Entre Luz y Sombras

Los árboles y el césped rara vez se combinan en la naturaleza, pero ambos pueden prosperar si se les brinda el cuidado apropiado.

Por John Ball, Ph. D

Artículo extraído de la Revista TGM Nº 23


Al igual que las planicies de robles,
esta zona de pinos ponderosa es un ejemplo de un ecosistema árbol-césped.
El fuego es una de las razones principales por las cuales perduran estos extraños ecosistemas.

Los bosques dominan gran parte de la superficie terrestre. Aún tomando en cuenta la deforestación que se realiza para el desarrollo de actividades humanas, los bosques ocupan aproximadamente un tercio de la superficie terrestre de nuestro planeta. El tipo de bosque podrá variar, desde la taiga (extensa selva de coníferas en el norte de Canadá y Siberia), hasta los diversos bosques tropicales en la cuenca del Río Amazonas. En general, independientemente de su ubicación, los bosques están compuestos por uno o más niveles de árboles y un estrato al nivel del suelo conformado por arbustos y hierbas que toleran la sombra. El césped rara vez ocupa una porción significativa del estrato superficial de un bosque. No es común que estos dos tipos de plantas, los árboles y el césped, crezcan juntos naturalmente.
No obstante, hay excepciones. Los claros de robles sobre los márgenes orientales de las planicies de Norteamérica, son un ejemplo de un ecosistema árbol-césped. Los robles forman una copa abierta por encima de un suelo semejante al de una planicie. El fuego es la razón primordial por la cual perduran estos extraños ecosistemas. Antes del asentamiento europeo, el fuego arrasaba esta región cada 10 años, manteniendo a los árboles bajo control. Desde entonces, la frecuencia y la intensidad de los incendios ha disminuido. Los grupos de árboles, han crecido poco a poco hasta transformarse en bosques cerrados, y el césped ha comenzado a desaparecer. En la ausencia del fuego, son los árboles los que generalmente triunfan sobre del césped.
Esto no debería sorprender en absoluto a los superintendentes de campos de golf. Cuando los visito, la pregunta más común que me hacen es "Cuántos árboles piensa que puedo talar?". La sombra de los árboles debilita el crecimiento del césped, sus copas frondosas limitan el movimiento del aire, y sus raíces salen en lugares donde no son deseadas; por ejemplo: los greens. Un superintenente me dijo una vez que el único árbol que quería en su campo de golf era un árbol muerto.
A pesar de todo, los árboles hacen un gran aporte al juego. Contribuyen a definir los fairways, aumentan el desafío al crear obstáculos y son los que dan la sombra donde resguardarse en los calurosos días de verano. Los árboles y el césped son las dos formas de vegetación dominantes en los campos de golf. Es difícil imaginar un campo sin ambos. Por lo tanto el dilema para los superintendentes es cómo lograr una coexistencia pacífica entre los dos tipos de plantas: árboles y césped, ya que no crecen juntos naturalmente. Ciertamente es posible. Varios campos de golf son testamento de esta combinación, que no es fácil de lograr ni de mantener. Ambos tipos de plantas son muy competitivas, y está en los superintendentes saber equilibrar las necesidades de ambas.


Las hojas de los arces son muy eficientes en bajas densidades de luz y forman una copa muy frondosa. La copa del arce permite que pase solo un décimo de la luz solar total.

Por encima del nivel del suelo: los árboles ganan

En realidad, la competencia por encima del nivel del suelo es unilateral. Los árboles triunfan fácilmente debido a su tamaño y sombra, y crean muchos problemas para el césped. Dependiendo del tipo de copa que posean, los árboles podrán afectar al césped de diferentes maneras. La arquitectura de la copa difiere de acuerdo a la especie- un hecho evidente para cualquier persona que haya observado con detenimiento las siluetas invernales de los árboles. A pesar de la influencia del medio ambiente sobre la forma de la copa, cada especie posee su forma característica. La copa de los olmos es erguida con ramas altas y curvas que sostienen varias ramas más delgadas. Los arces, en cambio poseen una forma más ovalada y ramas ascendentes y compactas. Estas diferencias en la arquitectura de las copas influyen sobre dos características importantes con respecto a la penetración de la luz: la intensidad y la calidad.


Los algarrobos se deben podar para permitir que las ramas inferiores reciban más luz.

Intensidad de la luz

La intensidad con que la luz llega a la superficie de una hoja influye de sobremanera en el proceso de fotosíntesis (proceso por el cual las plantas utilizan la energía solar para sintetizar los compuestos de carbón que utilizan para su crecimiento, reproducción, mantenimiento y protección). La sombra influye mucho en la forma en que se desarrollan los bosques, constituyendo un fenómeno que ha sido investigado durante muchos años por los ingenieros forestales. Tanto es así que las especies han sido clasificadas de acuerdo a su grado de tolerancia a la sombra (ver tabla).
Las especies con mayor tolerancia a la sombra son generalmente las especies como los arces, que podrán vivir 300 años o más. De no mediar problemas, los arces y otras especies pueden auto-proliferar, ya que sus semillas y plantines pueden crecer bajo la sombra de los árboles maduros. Las hojas de los arces son muy eficientes cuando la densidad de la luz es baja. Las hojas interiores pueden llevar a cabo el proceso de fotosíntesis utilizando tan solo un sexto de la luz solar total. Esta adaptación a las intensidades de luz reducidas permite que se forme una copa frondosa. De hecho, menos de un décimo de la luz solar total penetra la copa de un arce.
Por otro lado, el abedul es una especie pionera que no tolera la sombra. Es una de las primeras especies que crece después de un incendio o de algún otro disturbio. Estos árboles pioneros generalmente son de crecimiento rápido, corta vida y poco tolerantes a la sombra. Las hojas de las especies pioneras como el abedul y el álamo necesitan pleno sol para maximizar la fotosíntesis. Si las ramas y las hojas que están por encima de ellas proyectan mucha sombra, las hojas de estos árboles no podrán fotosintetizar y generar suficientes nutrientes como para autoabastecerse, se tornarán amarillas y caerán. Eventualmente, si no sobreviven suficientes hojas, las ramas que las sostienen también morirán y caerán, creando una copa más abierta. Si observa un abedul desde abajo, verá que proyecta mucha menos sombra sobre sí mismo que un arce. Aproximadamente un tercio o más de la luz solar penetra la copa de un abedul.
Estas diferencias en cuanto a la sombra tendrán un importante impacto sobre el césped que crece debajo de los árboles que toleran la sombra y de aquellos que no. Muchas variedades de césped que crecen en zonas frías -por ejemplo las festucas y los ryegrasses- se saturan de luz (llegan a un nivel por encima del cual no pueden fotosintetizar más) con aproximadamente un tercio de la luz solar total. Las copas de los abedules y de otras especies que no toleran la sombra generalmente permiten que pase suficiente luz como para que crezcan muchas variedades de césped, mientras que los arces y otras especies que toleran la sombra proyectan una sombra demasiado profunda.

Calidad de la luz

Las copas de los árboles también alteran la calidad de la luz que los atraviesa. Sus hojas absorben luz de las porciones violeta-azul y naranja-rojo del espectro, dejando mayor cantidad de rayos verdes-amarillos en lo que resta del espectro. Este tipo de sombra, conocida como "sombra verde" puede tener grandes deficiencias en las ondas utilizadas para el proceso de fotosíntesis. Las ondas azules son las más importantes para el crecimiento y el desarrollo del césped. Se ha observado que ciertas variedades de césped, como la bermuda, pueden crecer a la sombra siempre y cuando reciban ondas azules. Esta es la razón que permite diferenciar entre la sombra que proyecta un edificio y la que proyecta un árbol. Básicamente, lo que ocurre es que el árbol absorbe totalmente los rayos de cierta longitud, mientras que la sombra que proyecta un edificio contiene más luz azul y roja, aunque la sombra sea de la misma intensidad que la del árbol.
Así como las especies difieren en cuanto a la intensidad de la luz que dejan pasar o que retienen, también difieren en cuanto a la calidad de la luz en su sombra. La sombra debajo de las coníferas contiene más luz azul que la sombra debajo de aquellos árboles de grandes hojas, ya que las agujas de las coníferas son más opacas y sirven como filtros neutros, reduciendo todas las ondas de igual manera. Las especies de hojas grandes que toleran la sombra absorben una porción más grande de luz roja que las especies que no toleran la sombra.
Es difícil separar las diferentes influencias de la intensidad y calidad de la luz sobre el crecimiento y desarrollo de las plantas. En general se refiere al conjunto como sombra. El césped que crece debajo de la sombra es erguido con hojas más largas y angostas. El crecimiento de las raíces y de los rizomas se reduce más que proporcionalmente al crecimiento de los brotes.
A su vez, son muchos los efectos indirectos de las copas de los árboles sobre el césped. Las copas de los árboles limitan el movimiento del aire, y esto puede aumentar el riesgo de enfermedades del césped. Al restringirse el movimiento del aire, los niveles de dióxido de carbono al nivel del césped pueden disminuir.
Otra influencia que pocas veces es tenida en cuenta es que las hojas caídas pueden contribuir a la formación de thatch. A pesar de que este aporte es muy reducido, las hojas como las de los algarrobos pueden formar parte del thatch.


Esta foto demuestra lo que sucede cuando se fertiliza a los árboles
y al césped por separado.
Probablemente no sea necesario añadir más fertilizante además del requerido por el césped, pero se puede reducir la competencia árbol-césped aplicando mulch alrededor de los árboles.

Reduciendo la competencia por encima del suelo

¿Cuál es la solución que permite tener árboles y mantener el césped? No hay una estrategia única, pero existen varias formas de reducir la competencia por encima del nivel del suelo. Cuando diseñe las plantaciones de árboles en un campo de golf, considere plantar las especies que no toleran la sombra. En general, sus copas son más abiertas, por lo tanto el problema de que la calidad y cantidad adecuada de luz llegue al césped es menor.
Independientemente de la especie elegida, es conveniente plantar especímenes individuales en vez de en grupos. Habrá menos sombra y más flecos de sol, que se formarán cuando la luz pase por la copa al moverse las ramas con el viento. El hecho de plantar árboles individuales será mejor para el césped pero perjudicial para los árboles. Los árboles se desarrollan mejor en un grupo, siempre y cuando se mantenga una distancia apropiada entre ellos. Esto se debe a que un grupo se puede proteger mejor del viento y demás condiciones climáticas. Siempre que sea posible, plante los árboles en grupos, elimine el césped debajo de ellos y utilice un cubresuelos que tolere la sombra.
En general, se debe efectuar una poda selectiva para mantener la luminosidad adecuada debajo de los árboles. Cuando se pode para beneficiar al césped, se debe considerar el efecto que tendrá sobre el árbol. Las hojas de las especies que toleran la sombra se saturan de luz con un quinto de la luz solar total. La poda puede eliminar algunas hojas eficientes, reduciendo la capacidad del árbol para fabricar su alimento. Esta pérdida no se compensa si las hojas interiores restantes reciben una luz más intensa, ya que estas hojas no están adaptadas a las intensidades de luz tan elevadas.
A pesar de que la mayoría de las especies que no toleran la sombra se auto-podan hasta cierto grado que permite que crezca el césped, también necesitan que se las pode levemente. De todos modos, independientemente del grado de tolerancia a la sombra de un árbol, no pode demasiado a los árboles maduros -quizás deba eliminar solo 10 por ciento de la madera viva en un año. La poda excesiva podrá reducir demasiado la habilidad del árbol para fabricar su alimento, y éste puede responder debilitándose o produciendo muchos brotes, en un intento de restaurar el follaje perdido.
Cuando pode madera viva para reducir la sombra, concéntrese primero en eliminar las ramas interiores más bajas. En general estas ramas son menos eficientes en los árboles que no toleran la sombra. En el caso de los árboles que toleran la sombra, el hecho de podar el interior no implicará que el follaje restante estará sobre-expuesto al sol.
Aumentará el período de tiempo durante el cual el césped circundante estará expuesto al sol directo por la mañana y al atardecer.
Nunca corte la parte superior de un árbol. Esta práctica de cortar las ramas dejándolas a una altura predeterminada es muy dañina, y causa el deterioro y el debilitamiento de las ramas. La poda debe respetar siempre la arquitectura natural del árbol.
Hay un último punto muy importante en cuanto a la poda: antes de comenzar, aproveche la oportunidad para examinar al árbol y verificar que no tenga defectos estructurales. Los árboles y las ramas que se caen por debilitamiento del tronco o de las ramas pueden causar daños al césped y a los jugadores. Los campos de golf deberían procurar inspeccionar todos los árboles una vez por año para asegurarse de que no constituyan una amenaza. Es mejor si la inspección, como también la poda, está a cargo de un ingeniero forestal.

Bajo tierra: La raíz de la batalla

La cantidad de raíces que puede tolerar una unidad cúbica de suelo tiene un límite. En la naturaleza, la distribución y la frecuencia de los recursos en el suelo se produce por sectores. Las raíces de los árboles y del césped deben competir por estos limitados y a veces dispersos recursos de agua y nutrientes.
Un error común es pensar que las raíces de los árboles y del césped ocupan diferentes estratos en el suelo y que por lo tanto no compiten. Otro es pensar que las raíces de los árboles se extienden solamente hasta el borde de la copa. Siempre es difícil generalizar cuando se trata de árboles, o de cualquier otra especie vegetal. No obstante, se pueden generalizar algunos conceptos respecto a las raíces de los árboles autóctonos de los bosques de Norteamérica, Europa y el norte de Asia.

Crecimiento de las raíces

Pueden desprenderse desde 4 hasta 11 raíces leñosas del tronco de un árbol. La cantidad de raíces que salgan del tronco depende en cierta medida de la genética, por lo tanto, depende mucho de la especie. Por ejemplo: el abeto produce 4 ó 5 raíces, mientras que el roble posee entre 5 y 10. La mayoría de estas raíces se encuentran dentro de los 60 centímetros de profundidad. A su vez, los árboles producen raíces más profundas que crecen entre 0,9 y 2,40 metros por debajo de la superficie. En general se producen dentro de los 3 metros más cercanos del tronco. La función de estas raíces leñosas es transportar agua y nutrientes. A su vez, actúan como soporte, para el tronco y la copa. Las raíces leñosas y sus numerosas ramificaciones proveen las plataformas desde las cuales las raíces más finas crecerán hacia arriba. La función principal de estas raíces es absorber agua y nutrientes, y en el suelo húmedo, bien drenado y fértil de un bosque, pueden extenderse hasta la capa de hojarasca o en caso de un parque, hasta el thatch.
Las raíces de los árboles se extienden más lejos y no tan profundamente como muchas personas creen. Son muchos los que piensan que un árbol crece como una zanahoria, con una copa frondosa y una enorme raíz hacia abajo. No obstante, resultaría mejor compararla con una copa de vino apoyada sobre un plato- una copa alta sostenida por un sistema de raíces superficial pero extenso. Muchos árboles poseen sistemas de raíces que se extienden a una distancia igual a la altura del árbol o más. Los árboles siempre verdes, como los abetos tienen un sistema de raíces cuya extensión es un poco menor que su altura, mientras que otros árboles, como el nogal tienen raíces que se extienden el doble de su altura.
La profundidad y la extensión del sistema de raíces varía de acuerdo a la especie y a las condiciones del ambiente en que crece el árbol. Es posible que las raíces de las especies que no toleran la sombra, comparado con las que la toleran, crezcan a más profundidad y distancia, a veces extendiéndose desde el tronco hasta una distancia prácticamente igual al doble de la altura. Las especies pioneras que no toleran la sombra se adaptan mejor a los sitios abiertos y expuestos, debido a su habilidad para abarcar grandes volúmenes de suelo. A su vez, la profundidad de las raíces también se ve afectada por la disponibilidad de oxígeno en la tierra. En los suelos arcillosos, compactados o con un drenaje deficiente, la mayoría de las raíces permanecerán cerca de la superficie donde hay más oxígeno.
Aún en un suelo húmedo y bien drenado, la mayoría de las raíces permanecerán bastante cerca de la superficie, con más del 90 por ciento de las raíces leñosas ocupando los 60 centímetros superiores del suelo. Debido a que las raíces no leñosas salen de las raíces leñosas, prácticamente la totalidad del sistema de raíces no leñosas se encuentra en los primeros 30 centímetros del suelo. Los 60 centímetros superiores del suelo en un bosque típico están llenos de raíces leñosas y no leñosas. A modo de comparación, las raíces del Kentucky bluegrass, cortada a 5 centímetros de altura, también podrán crecer hasta 60 centímetros de profundidad.

Recursos

Ya que las raíces de los árboles y del césped comparten la misma zona de raíces, es de esperar que necesiten los mismos recursos: oxígeno, agua y nutrientes.
La forma en que compiten por estos recursos está influenciada por varios factores.La forma en que las raíces buscan su alimento difiere de acuerdo a la especie. Los sistemas de raíces buscan maximizar su adquisición de recursos ubicando sus raíces en las zonas más ricas. No obstante, cada especie responderá a los micrositios fértiles con una velocidad de proliferación diferente. El primer árbol en ocupar una zona rica estará en una posición de ventaja para explotar el recurso. Las raíces de algunas especies de césped crecen rápidamente dentro de las 24 horas de haber inyectado nutrientes en el suelo, mientras que otras especies incluyendo muchos árboles podrán tardar varias semanas. Aún sin considerar la rápida respuesta del césped, mantienen una ventaja competitiva debido a su mayor densidad de raíces en las capas superiores del suelo.
Algunos superintendentes sostienen que el suelo que comparten las raíces de los árboles y del césped no implica competencia ya que requieren nutrientes diferentes. No obstante el nutriente que más limita el crecimiento es el mismo para ambas especies: nitrógeno.
La mejor época para aplicar un fertilizante sobre los árboles es después de la primer helada de otoño. Al fertilizar en ésta época no se reduce su resistencia al frío, pero provee suficientes nutrientes como para alimentar el rápido crecimiento de la primavera.Es imposible fertilizar los árboles sin fertilizar el césped y vice-versa. No obstante, es posible que el césped absorba la mayor parte de los nutrientes, ya que la masa de sus raíces es seis veces mayor en los 5 centímetros superiores del suelo.
A causa de la habilidad del césped para extraer nutrientes del suelo, algunas personas han sugerido que se aplique fertilizante extra sobre las zonas alrededor de los árboles. Esto no siempre es beneficioso, ya que a veces la salud o el crecimiento del árbol no mejora con el fertilizante adicional. Afortunadamentelos árboles son ahorrativos cuando se trata del uso de varios nutrientes, y si el follaje mantiene un buen color, probablemente no sea necesario aplicar fertilizante adicional.
Para cualquier especie, la distribución de las raíces se verá afectada por la presencia de otras. Se ha observado que las raíces de ciertos árboles, arbustos y especies de césped se dividen, no por una escasez de nutrientes sino por un efecto alelopático. La alelopatía es la producción de compuestos vegetales secundarios que inhiben la germinación o el crecimiento de otra especie. La capacidad de las raíces del nogal para inhibir o matar ciertos cultivos es bien conocida.
A su vez, hay muchas especies de césped capaces de afectar el crecimiento de las raíces de los árboles. Por ejemplo, el Kentucky bluegrass es capaz de eliminar más del 90 por ciento de las raíces de los arces en los 5 centímetros superiores del suelo. Se ha observado que los panes de césped de Festucas finas inhiben el crecimiento de las raíces del liquidambar. Inclusive los exudados del césped muerto pueden inhibir el desarrollo de ciertas especies de árboles y arbustos. A pesar de que las raíces de los árboles influyen sobre el césped, éste último posee una ventaja competitiva- particularmente sobre los árboles recién establecidos -debido a sus propiedades alelopáticas y a su capacidad superior para explotar los recursos del suelo.

Reduciendo la competencia bajo tierra

La manera más sencilla de encarar este problema es separar a ambos lo más posible. La práctica de aplicar mulch alrededor de los árboles será beneficiosa. El mulch debe tener una profundidad de 5 a 8 centímetros y debe extenderse por lo menos 60 cm desde el tronco. No obstante, no debe estar en contacto directo con él. Al eliminar el mulch en los 15 a 20 centímetros alrededor del tronco, se reducirá el resguardo que representa para los roedores. Para los árboles recién plantados, esta zona libre de competencia permitirá que se establezcan más rápidamente. El círculo de mulch también beneficiará a los árboles maduros. A pesar de que las raíces de los árboles se extienden a gran distancia desde la base, todavía quedan muchas raíces no leñosas que crecen adyacentes al tronco. A su vez, el mulch ayudará a reducir los daños en el tronco causado por cortadoras y bordeadoras.
Este es un breve resumen de algunas de las relaciones competitivas entre los árboles y el césped. A pesar de que no crecen juntos naturalmente, muchos jugadores de golf pretenden encontrar a ambos. Para el superintendente, el desafío consiste en saber medir sus necesidades.

John Ball es profesor de forestación y especialista en plagas forestales en la South Dakota State University.

El presente artículo ha sido extraído de Golf Course Management, una publicación de la Golf Course Superintendents Association of America.